Edición 15 - Galería

Posted by . On miércoles, 19 de mayo de 2010 0 comentarios
De vuelta al barrio
El retorno del criollismo en el arte

Las culturas chicha o novoandina, por la predominancia de los pobladores del ande y de la selva como nueva identidad de nuestra ciudad, nos recuerda otro fenómeno muy parecido; símbolo de la Lima de antaño: “El criollismo”.

Por Raquel Carolina Castro



El movimiento cultural, heredero de los rezagos coloniales de la clase criolla  (hijos de españoles nacidos en Latinoamérica) junto con los aportes de la sociedad afroperuana, marcó una tradición popular urbana en sus costumbres que se vio reflejadas en un conjunto de expresiones culturales, entre ellas la literatura, la música y la plástica.

A fines del siglo XIX, el Perú inicia un proceso de autoconocimento y búsqueda de un sentimiento nacional. El surgimiento de una nueva identidad -marcada por la admiración por sus habitantes, iconografía, costumbres y paisajes-, permitieron captar lo más característico de lo peruano en diversas manifestaciones.

Pancho Fierro, padre del criollismo en la pintura
Como señaló José Sabogal sobre Pancho Fierro, artista mulato y autodidacta “es el primer artista criollo peruano, que percibe el magnífico espectáculo de formas de su tierra, antes de él inadvertidas (...) inicia el ciclo de la nueva plástica peruana”. Desde pequeño, tras la independencia del Perú, Fierro representó a los pintorescos personajes limeños, las festividades populares y las alborotadas procesiones, plasmadas en sus costumbristas acuarelas, las que formaron su genialidad y mítica figura.

Del callejón a la galería
El redescubrimiento de lo étnico en el movimiento indigenista y el folklore, llevó a destacados artistas a no dejar de lado el tema criollo. Vinatea Reynoso, Sabogal y Alfonso Sánchez “Camilo Blas” dan a conocer, a través de obras como Vista en Amancaes, La Jarana, El callejón, entre otros; la vida sencilla, alegre y el humor de los citadinos.

La Lima de los albores de la República no sólo fue de los campanarios, las flores y balcones: la casona colonial dio pase a los callejones de habitantes marginales y desheredados por las clases dirigentes.

Allí se crearon las tradicionales jaranas, las diversiones nocturnas de carácter popular -según el diccionario de peruanismos de Arona- para matar las tristezas, penas, zozobras del trabajo y la vida dura. En este espacio se aglomeraban el modo de ser de la cuidad y sus bailes típicos: la marinera, tonderos, resbalosas, valses, gastronomía y personajes típicos como las chismosas del barrio y los jaranistas, agrupando a zambos, negros, mulatos, blancos y cholos.

Así nace y se impone la canción criolla exaltada por Pinglo Alva, el entonces grupo juvenil La Palizada y clubes de músicos que amenizaban las calles de Barrios Altos, Rímac, La Colmena, Abancay, Montserrate, La Victoria, entre otros. En esta etapa, la procesión del Señor de los Milagros toma auge y se vuelve multitudinaria, convirtiéndose en símbolo de peruanidad.

El criollismo en el arte actual
Son múltiples las posibilidades de construir nuestra identidad nacional. El artista de hoy tiene la oportunidad de retomar las tradiciones y utilizarlas como base o modelos de creación. Revalorar la producción artística de aquellos maestros, adecuándolas al campo simbólico donde se manifiestan los cambios de las nuevas tendencias, a mí parecer, podrán crear un carácter particular y propio al arte peruano actual.

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