Edición 15 - Investigación: El plebeyo de la Lima criolla

Posted by . On domingo, 5 de setiembre de 2010 0 comentarios
Felipe Pinglo y El Cancionero de Lima

Eran los años de la década de 1920 en Lima y eran también tiempos de entusiasmo musical por el tango, el fox-trot, el one-step, entre otros de origen foráneo.  Sin embargo unas décadas antes, desde finales del siglo XIX, el Vals y la Polka europea llegarían para quedarse, echar raíces y nacer desde él un fructífero repertorio criollo de valses, polkas, marineras y tonderos iniciada  con la “Guardia vieja” e inmediatamente después, con Felipe Pinglo Alva.

*Por Edwin Ortiz.

En aquellos días de 1920 ya en pleno “Oncenio de  Leguía” (1919-1930) y en plena Juventud de Felipe Pinglo, la idea musical  y poética de los valses ya contaba  con la  madurez suficiente por la cual los compositores se entregan a la creatividad, estando así a la altura de los gustos populares, compaginándose con esos otros ritmos extranjeros pero esforzándose por estar más presente y contar con la aceptación colectiva urbana.

Sin  embargo, el gusto musical de la sociedad de entonces se dividía en dos: lo foráneo aceptado por  el sector alto y medio,  y las nuevas canciones locales de interés en la clase popular. Estas creaciones locales tenían picardía, por  veces jaraneo y en otros melancólica pero siempre con la gracia de la música negra. Este sabor limeño que se interpretaba en los barrios populares pero era  rechazada por las demás  considerándola  música de “medio pelo” o “media mampara”.

En este contexto de avidez musical se funda el Cancionero de Lima en 1910  a iniciativa de Manuel Ledesma. Salía todos los sábados a precio de dos centavos, donde su público objetivo era la gente del pueblo, que prefería mensajes de sus propias vivencias y experiencias. Único vocero y por ello era el medio preferido por los compositores criollos para difundir sus creaciones. Más adelante en 1929 se uniría a esta labor de difusión de La Lira Limeña a cargo de su editor Pedro A. Casanova. Sin embargo a partir de 1930 la presencia de tangos en las publicaciones era abrumadora, llegando a su clímax con la muerte de Carlos Gardel, dedicándole en El cancionero de Lima varios números de su serie, explotando de esta manera su desaparición.

Felipe Pinglo con su prolífica y variada producción, iniciaría una nueva etapa en la historia de la música criolla. Pasando del vals de versos superficiales y de fáciles melodías, para adquirir con él definida personalidad, con una melodía diestramente articulada acompañada de armonías que la modernidad de su tiempo le fueron trayendo y sobretodo de profundos versos que refleja la realidad social, connotando así una personalidad que no fue ajeno a la realidad de su época. Y los cancioneros se encargaron de difundir y calar en la memoria de quienes eran actores de este entramado social.

Pinglo habría compuesto en toda su existencia más de 300 composiciones  evidenciando su sello lírico pues desde joven era lector asiduo de poetas como Rubén Darío (célebre por sus Prosas profanas y Cantos de vida y esperanza), Federico Barreto quien publicaba poemas en la revista Actualidades y que además dos de ellas sirvieron de letra para los valses Jaspe y Último ruego; también está Leonidas Yerovi quien publicaba sus poemas principalmente en la revista Variedades, Gustavo Adolfo Bécquer, poeta español modernista y Amado Nervo.

Musicalmente se conoce que Pinglo era  zurdo al tocar la guitarra sin invertir las cuerdas de este instrumento, consiguiendo sonidos peculiares. Asimiló también los nuevos ritmos, de este modo fusionó vals limeño con armonías provenientes del tango argentino e incursionó en la composición de otros géneros musicales  como el fox-trot en El sueño que yo viví, Llegó el invierno, Los sueños…sueños son y Dolores así como también temas en One step con Alejandro Villanueva, Juan Rostaing  y  Cuando tus ojos me miran.
Muchas de estas canciones tenían un contenido autobiográfico con un  toque melancólico y muchas de ellas sugeridas por el ambiente bohemio, las angustias provenientes de sus males físicos  y también por las protestas ante las injusticias sociales. Las calles de Barrios Altos con sus personajes sirvieron de inspiraron a  temas como Rosa Luz, Linda morenita o De vuelta al barrio. Pinglo cantó al amor con su depurado lirismo en el vals Amelia  y por esto fue comparado con los principales poetas románticos. Sin embargo sería con El Plebeyo que plantea un drama social y se tornó  popular en 1930.

Los cancioneros no era más que una especie de folleto en el que se aprecia la calidad poética pero no el carácter musical porque no le acompañaba ninguna especie de cifrado armónico ni mucho menos alguna partitura como en la actualidad pero que sin embargo  la gente aprendió a memorizar y cantarlas de oído. Por ello el valor documental de los cancioneros es parcial.


Pinglo en la música contemporánea

La música criolla al llegar a su madurez se convirtió en un paradigma, conservadora en su estructura produjo inconscientemente una fractura generacional y con ello una limitación, se llegó a decir que estaba “desgastada”. Durante décadas han transcurrido diversos intérpretes y compositores talentosos con producciones que llegaban al público de siempre pero con poca suerte para atraer a un público joven, revirtiéndose  de un género popular a uno segmentado. Ya no reflejaba los nuevos hábitos y costumbres,  ni el nuevo modo de sentir y ver el mundo.

En la actualidad se intenta mantenerla a través  de programas de televisión evocando canciones de profundo sentir criollo, muy apegados a la tradición logrando cierta presencia en el medio. Esa fuerza criolla se siente también en las peñas, que abren sus puertas  todos los fines de semana;  concentrándose   en Breña, Callao, Cercado de Lima, La Victoria y Lince.

Durante estos últimos años se han realizado esfuerzos por difundir la música criolla en un público más amplio a través de nuevos arreglos y adaptaciones. Uno de ellos es Pepe Torres quien con sus dotes musicales hizo un arreglo de “El plebeyo” con un atinado sólo para guitarra. Así mismo, Gianmarco Zignago  en su disco titulado: Señora, cuénteme (1994), realizó un homenaje a la música criolla y en ella  incluye un tema de nuestro bardo criollo. Pero recientemente quien ha tenido un fuerte impacto es el músico y productor Jaime Cuadra, de quien los críticos han valorado positivamente su trabajo, infundiendo “nuevas vestiduras” a temas clásicos del repertorio criollo y es que en poco tiempo su disco más difundido: “Cholo Soy” ha tocado en muchos países. El disco es una producción chillout donde incorpora la electrónica a diversos ritmos con  melodías criollas ya sean valses, marineras e inclusive, el Himno Nacional del Perú, obteniendo un sonido diferente, contemporáneo, usándola tan libremente con un agudísimo sentido musical y muchas veces ácido.
Uno de los temas elegidos en el volumen 1 de “Cholo Soy”  fue El plebeyo, donde suprime la letra explotando así los arreglos instrumentales. Al preguntarle a Cuadra sobre este detalle nos comenta que  “quiso sacarle toda la destreza del instrumentista en el solo de acordeón que hace la línea melódica en una base de cuatro tiempos”. Su discurso musical comienza con una percusión que imita el latido del corazón, sístole y  diástole contundente, para luego hacer variaciones cíclicas en todo el tema. “Era muy importante para mí -agrega Jaime Cuadra- porque tiene mucha simbología: El corazón, el sentimiento por la música y qué mejor un corazón que lleve a todo el tema. Es muy importante el corazón pues conecta con uno mismo y te jala” para luego entrar con un charango “desafinado adrede, un charango  que le pone la nostalgia andina” y sonidos electrónicos que da la entrada al acordeón dibujando la línea melódica”. A mitad del tema  se desarrolla el “Condor Pasa” proponiendo sutilmente lo andino, para luego  volver al “Plebeyo” y  finaliza con ese latir. Es así como un músico contemporáneo interpreta lo tradicional, de modo personal, que es válido y abre nuevas puertas a nuestra música.


Fuente:
  • Felipe Pinglo… a un siglo de distancia. Manuel Zanutelli Rosas. Editorial la gaceta S. A. Lima 1999
  • Felipe de los pobres: vida y obra en tiempos de luchas y cambios sociales, Ernesto Toledo Brückmann - Editorial San Marcos, Lima 2007.



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[1] Sus composiciones las publicaría en ambos cancioneros. En El cancionero de Lima dio a conocer: “
El Huerto de mi amada” (No 976), “Horas que pasa” (No 977), “Melodías del corazón” (No 979), “Canciones del porvenir” (No 1046), “A la memoria de Carlos Saco” (No 1053), “El Plebeyo” (No 1081), “El espejo de mi vida” (No 1082), Acompañada con una nota que dice: “Valses de toda moda” y en La lira Limeña se publicaron , “Juan Rostaing” (No 76)


Bouquet” (No 96), “A la memoria de Artemio Prada” (No 118), “Rosa Luz” y “Pasión y odio” (No 123) Con notas que dice “gran vals en toda moda, cantado en cines y teatros”.



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