Edición 16 - Galería: Memorias de la ciudad

Posted by . On domingo, 5 de setiembre de 2010 0 comentarios

EXPOSICIÓN INDIVIDUAL DEL ARTISTA LUIS ALBERTO ESPINOZA.



La calle, tornada escenografía, alberga diferentes personajes que transitan diariamente en Lima mientras un fotógrafo registra las miradas ansiosas de algo que pueda perturbarlos. De la misma manera, la pintura de Luis Alberto Espinoza recrea, con intensidad psicológica,  rostros de  transeúntes que  -pasmados ante algún espectáculo- circulan en nuestra experiencia colectiva y nos acerca hacia ellos.
-Por: Eibby Rosillo Ángeles


La exposición individual “Memorias de la Ciudad “nos muestra al ambiente urbano limeño reconstruido por el artista, sirviendo de escenario a protagonistas anónimos que forman parte de una ciudad tan contrastante. Así también resultan las obras expuestas, porque nos recuerdan  fotografías caseras que podemos “photoshopearlas” libremente.

 “Trabajo por temas y en su mayoría son escenarios urbanos; trabajo con la fotografía porque  me permite captar un fragmento de la realidad visible y psicológica, como un estudio preliminar, donde antes de trasladar la imagen al lienzo hago una serie de composiciones. Soy un errante que captura imágenes en la ciudad. Así se inicia  todo este recorrido” nos conversa el artista.

Al observar rápidamente los cuadros de Espinoza, éstos evocan el formalismo que dejó el “pop art” en la plástica peruana  de los 70’s, sin embargo se escapa de esa denominación y crea, con un lenguaje propio, aquellos retratos “urbano  colectivos”. Prueba de ello es Candor donde los tonos marrones, rojos cargados y ocres, predominan  recordándonos los afiches producidos por Jesús Ruiz Durand. Luis Alberto sin embargo, observa que su mayor influencia proviene de los coloridos cuadros de Enrique Polanco, del sentido realista de Cristhian Bendayán y  las composiciones fotográficas de Carlos “Chino” Dominguez.

En esta exposición, el tema urbano está siendo revalorado por un joven artista representativo de la plástica peruana actual, dotado de una buena técnica que nos lleva a admirar cada aspecto formal de su obra, mimetizándonos en sus personajes, contemplando los colores y acercándonos de una manera distinta, a la realidad de nuestro entorno.


Sobre el pintor

Luis A. Espinoza egresó de la Escuela Superior de Bellas Artes la especialidad de pintura y obtuvo el Bachillerato por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Ha participado en diferentes concursos de pintura, obteniendo en dos de ellos el primer premio: “Arte en Libertad” organizado el 2008 por Mapfre y el II Concurso Nacional de Pintura: “Jóvenes creadores 2009” organizado por la Municipalidad Metropolitana de Lima. Realizó su primera


Edición 16 - Cine: El cine después de mayo del 68

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O cómo la revolución sociocultural más importante de la segunda mitad  del siglo XX influenció a la cinematografía mundial.


La revolución del Mayo francés está por cumplir 42 años. Se trata de la cadena de sucesos que se dieron en  Francia (especialmente en París) como consecuencia de la convergencia de protestas de los sectores universitarios y secundarios (que protestaban contra la guerra de Vietnam y el imperialismo reinante de la época) y el movimiento obrero que terminaron confluyendo en una ola de violentas protestas y en la mayor huelga general de la historia de Europa (fue secundada por más de 9 millones de trabajadores).

Por: Rafael Arévalo

Sin lugar a dudas, el mundo atravesaba una serie de intermitentes cambios a medida que se acercaba el final de la década de los sesentas. Las diversas subculturas que habían aparecido en años anteriores comenzaron a eclipsarse mientras la juventud se mostraba cada vez más comprometida con la política, ya que deseaban conocer cómo es que funcionaba el sistema para así poder generar los cambios necesarios. De manera inevitable, todas las expresiones artísticas de entonces se vieron influenciadas por la coyuntura que se vivía, sobre todo el cine, que demostró una vez más su enorme poder como instrumento de formación de consciencias.

El cine en torno a Mayo del 68 fue sumamente político no sólo porque documentó y denunció todo lo que ocurría en aquel tiempo, sino porque la realización y circulación de películas sobre el tema cuestionaban las categorías sociales en todo momento y potenciaban la búsqueda de una transformación más que necesaria. Sin embargo, el tiempo le dio la razón a Jean-Luc Godard, que afirmó en aquellos días que el cine político sólo convencía a aquellos que ya estaban mentalizados con la idea que defendía el filme.

Un cine más comprometido de Francia para el resto del mundo

La nueva ola francesa acababa de surgir y cambió el panorama cinematográfico mundial para siempre. Los jóvenes críticos de la emblemática revista Cahiers du Cinéma desafiaron todo lo establecido y realizaron un cine desprovisto de grandes artificios, más sincero y directo, con el mínimo equipo necesario y con unas ganas de revolucionar o morir en el intento.

La primera cinta de esta nueva corriente fue “Los 400 golpes” (1959) de Francois Truffaut, Le siguieron “El signo del león” (1959) de Eric Rohmer, “Los primos” (1959) de Claude Chabrol, “Paris nous appartient” (1959) de Jacques Rivette y “A bout de soufflé” (1960) de Jean Luc Godard, entre los más importantes. Todos fueron auténticos éxitos de crítica y se repartieron los más importantes galardones de todos los grandes festivales de la época. Un nuevo cine de guerrilla había nacido y estaba dispuesto a dinamitar las bases de la industria para revalorizar el cine como arte y expresión.

Cuando los primeros hechos que provocarían el Mayo francés se empezaron a suceder, la mayoría de cineastas ya se mostraban sumamente comprometidos con los cambios que se venían dando, pero fue recién cuando la revolución reventó más de lo que nadie jamás imaginó, que el cine reflexionó sobre los resultados desde todos los puntos de vista posibles.


Todo se originó en la misma Cinemateca francesa. Fundada en 1936 por Henry Langlois y Georges Franju, fue, desde sus inicios, el templo máximo de todos los amantes del séptimo arte. El placer cinéfilo del redescubrimiento del cine se irradiaba desde allí al mundo entero. Las nuevas generaciones pudieron conocer la obra de maestros y cultivar un culto sin precedentes. En Febrero de 1968, se produjo el quiebre.

Langlois es destituido por el ministerio de cultura (que alegaba deficiencias administrativas) y esto genera una ola de protestas. Todas las personas vinculadas al cine salieron a las calles y se enfrentaron a la policía para elevar su voz en protesta contra una decisión que consideraban injusta y que incluso contaba con el apoyo de diversos artistas e intelectuales de todas partes del mundo. Luego de varios días de tensión, Langlois fue restituido en su cargo. Es innegable la importancia que tuvo este suceso como antecedente directo de la revolución de Mayo, que tuvo como principal momento la interrupción del mismísimo Festival de Cannes provocada por los propios cineastas.

En el ámbito netamente cinematográfico, la resaca de estos sucesos provocó una serie de estrenos de largometrajes que mantuvieron este tema en el ojo de la tormenta. Además de filmar “La chinoise” (1967), un claro antecedente que nos muestra a cinco jóvenes encerrados en un departamento durante el verano de 1967 mientras debaten y filosofan sobre el futuro, Godard (quien se había metido de lleno en el movimiento maoísta) creó el grupo Dziga Vertov que se encargaría de filmar pequeñas cintas influenciadas por las propagandas soviéticas que mantenían siempre informados a todos los interesados.

Otras cintas importantes fueron “Besos Robados” de Francois Truffaut, una historia de (des)amor enmarcada en esa época de tantos cambios, al igual que “L’Amour fou” (1969) de Jacques Rivette. También hay que mencionar a “Grands soirs et petits matins” (1978) de William Klein, un documental que deconstruye la historia diez años después y “Loin du Vietnam” (1968), película grupal en la que participaron Godard, Joris Ivens, William Klein, Claude Lelouch, Chris Marker, Alain Resnais, Agnès Varda, entre otros para “afirmar, mediante el ejercicio de su profesión, la solidaridad con el pueblo vietnamita en lucha frente a la agresión estadounidense”.

Entre las últimas películas de los últimos tiempos sobre el tema destaca “Los soñadores” (2003) de Bernardo Bertolucci, filmada de manera casi íntegra en el mismo departamento parisino en el que años atrás el mismo realizador rodará “El último tango en París” con el mítico Marlon Brando. En esta oportunidad vemos a un grupo de tres jóvenes (dos franceses y un estadounidense) que viven literalmente encerrados mientras toda la revolución se viene dando en las calles. No deja de ser simbólico que los dos actores galos (Eva Green y Louis Garrell) sean hijos de artistas que vivieron intensamente el Mayo del 68.

El lema “prohibido prohibir” sigue dando vueltas en las cabezas de muchos. Aquellos días de rebeldía continúan en la memoria colectiva de todos los apasionados por la historia. Intentaron cambiarlo todo de una manera romántica y utópica y, aunque no lo lograron, sus ideas siguen de manifiesto para muchos, pero esta vez todos los interesados parecen estar dispuestos a dar a conocer sus posturas a través de películas.


Teatro de jarana



La dramaturgia retorna con fuerza  gracias al apoyo de Instituciones culturales como El Centro  cultural Peruano Británico, conocido ya por ser  promotor de  importantes obras teatrales en nuestro país como el  concurso  nacional de dramaturgia   que busca incentivar a jóvenes creadores y la actividad productiva del género teatral.

Brindando además espacios para el desarrollo de excelentes producciones tanto de reconocidos directores teatrales  así como talentos independientes que luchan por llevar sus obras a las tablas, contribuyendo con profesionales  actores, escenográfos, diseñadores, etc.,que forman parte de esta expresión.
Tal es el caso de la obra  JARANA comedia musical de la costa peruana, que reúne  a actores, músicos y bailarines en torno a un ritmo que marca nuestra identidad a son de fiesta, baile y diversidad en cuanto a sus géneros; la música criolla.   

Las tradicionales jaranas, originarias de  “las diversiones nocturnas de carácter popular”  aglomeraban el modo de ser de la cuidad, sus bailes típicos: la marinera, tonderos, resbalosas y valses, la famosa gastronomía y  personajes típicos “Las chismosas del barrio” y los “jaranistas”.

Así nace y se impone la canción criolla, exaltada por Pinglo Alva y los clubes de músicos que amenizaban las calles de Barrios Altos, El Rímac, La Colmena, Abancay, Montserrate , la Victoria entre otros.
Esta propuesta  acerca de una manera viva a aquellos ritmos de influencia foránea, que se conciliaron a través de tiempo con una naciente cultura dando origen a los más exquisitos compases cuyas letras intimistas tienen en su repertorio una gran variedad de temas.

Es así que la música criolla se convierte en la protagonista de la obra, que al son de guitarra, sonoras voces y cajón nos trae la historia de una familia de clase media cuyos integrantes, desde su perspectiva de género, edad y experiencia de vida, nos presentan diferentes miradas sobre una misma historia familiar a través del tiempo.

Valses, polkas, pregones y la infaltable marinera son ritmos cuyas letras y contenidos versan el amor, el dolor y la alegría tornándose en componentes  ineludibles para  una verdadera jarana.   En este tenor Susana Roca Rey, productora musical,  nos comenta  que la jarana criolla es una verdadera fiesta de cantos y bailes celebrados días enteros en una vivienda e incluso en un vecindario, pero hablar de la canción criolla no sólo es hablar de los ritmos mencionados, es hablar también de grandes compositores como Serafina Quinteras, Luis Abelardo Núñez, Raúl Valdivia, Pedro Espinel, Amador Paredes, entre otros,  que están presentes en “Jarana”  y  cuyo legado es interpretado por jóvenes músicos como, Milagros Guerrero, Carlos Castillo, Lucy Avilés, Ebelin Ortiz y Eduardo Abán “Papeo”.

¿El lugar de la  historia? Una azotea de algún lugar de Lima, una azotea donde la bulla ya se hace sentir, un espacio que revivirá aquellas infinitas jaranas donde el corazón vibra a cada golpe de cajón y pregón; donde la comida, siempre infaltable tanto como la música, son elementos tan imprescindibles como el baile y la picardía. 

La escenografía no podía estar lejana a una particular visión de Lima, es así que recrea a escala una obra del destacado artista Carlos Enrique Polanco (Techos. 2009).

Carlos Tolentino, director de la obra, nos comenta al respecto: “… y esto encajaba totalmente con la visión de Polanco, Enrique dentro de toda su producción tiene toda una serie de cuadros que son azoteas, pero no plasma la postal, es algo más, tiene  una visión absolutamente diferente para darle  esos colores de carnaval, de atardecer que en el fondo tienen cierta melancolía, coincidimos ambos en una estética del abandono.”


Edición 16 - Música: La fuerza de la música

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Abel Pérez y su nueva alternativa para la educación musical en el Cono Sur de Lima


Uno de los aspectos que siempre he apreciado de los artistas es su fuerza y constancia por hacer de los obstáculos y problemas el motor para su creación y utilizarlos al servicio de sus trabajos.

*Por Raquel Carolina Castro C.


El músico y  maestro Abel Pérez nos es la excepción a esta nueva corriente de artistas y promotores peruanos creativos, trabajadores y sobre todo muy porfiados.
Su novel escuela de música Melodías, al convertirse en la primera del cono sur con proyección internacional es su mejor sello de presentación.

“Busqué una unión académica con otros colegas, quiénes rechazaron mi propuesta de establecer un centro musical” recuerda  Abel el entonces profesor de educación musical de un colegio del distrito de vitarte.

Animado por un grupo de padres de familia del colegio, decidió crear por su cuenta la primera escuela del cono sur.

“Sentí la necesidad de sembrar música en los corazones de las personas y dar nuevas alternativas de enseñanza y preparación musical”

Nuestro país es uno de los más sensibles en cuanto al mundo de la música y el medio más seguro para perder su apreciación es limitando las oportunidades para los jóvenes creadores y público de otras zonas de Lima.

“Quería unir todos los género, campos y ritmos de música para la enseñanza artística en nuevos alumnos, promover talentos y espectáculos artísticos” nos indica.

Conociendo que la buena música se da dependiendo de su creador y su interpretación, buscó el respaldo de destacados profesores del Conservatorio de Lima como Katiuska Delgado, Paúl Chávez y Eduardo Torres en el 2008; ampliando el currícula con las especialidades de dirección coral, dirección y educación musical, composición y arreglos.

Villa el Salvador, polo de desarrollo de nuestra Lima actual se convierte en el punto de partida y expansión artística con la creación de su orquesta de cámara, los convenios con la Municipalidad del distrito, agrupaciones y promotoras; así como la profesionalización de su músicos gracias a las alianzas con instituciones como Orval y la  Facultad de Teología Pontificia Civil de Lima, e internacionales: los Conservatorios Internacionales de Argentina y Brasil. El sueño de Abel convertido en una obra prima.


Felipe Pinglo y El Cancionero de Lima

Eran los años de la década de 1920 en Lima y eran también tiempos de entusiasmo musical por el tango, el fox-trot, el one-step, entre otros de origen foráneo.  Sin embargo unas décadas antes, desde finales del siglo XIX, el Vals y la Polka europea llegarían para quedarse, echar raíces y nacer desde él un fructífero repertorio criollo de valses, polkas, marineras y tonderos iniciada  con la “Guardia vieja” e inmediatamente después, con Felipe Pinglo Alva.

*Por Edwin Ortiz.

En aquellos días de 1920 ya en pleno “Oncenio de  Leguía” (1919-1930) y en plena Juventud de Felipe Pinglo, la idea musical  y poética de los valses ya contaba  con la  madurez suficiente por la cual los compositores se entregan a la creatividad, estando así a la altura de los gustos populares, compaginándose con esos otros ritmos extranjeros pero esforzándose por estar más presente y contar con la aceptación colectiva urbana.

Sin  embargo, el gusto musical de la sociedad de entonces se dividía en dos: lo foráneo aceptado por  el sector alto y medio,  y las nuevas canciones locales de interés en la clase popular. Estas creaciones locales tenían picardía, por  veces jaraneo y en otros melancólica pero siempre con la gracia de la música negra. Este sabor limeño que se interpretaba en los barrios populares pero era  rechazada por las demás  considerándola  música de “medio pelo” o “media mampara”.

En este contexto de avidez musical se funda el Cancionero de Lima en 1910  a iniciativa de Manuel Ledesma. Salía todos los sábados a precio de dos centavos, donde su público objetivo era la gente del pueblo, que prefería mensajes de sus propias vivencias y experiencias. Único vocero y por ello era el medio preferido por los compositores criollos para difundir sus creaciones. Más adelante en 1929 se uniría a esta labor de difusión de La Lira Limeña a cargo de su editor Pedro A. Casanova. Sin embargo a partir de 1930 la presencia de tangos en las publicaciones era abrumadora, llegando a su clímax con la muerte de Carlos Gardel, dedicándole en El cancionero de Lima varios números de su serie, explotando de esta manera su desaparición.

Felipe Pinglo con su prolífica y variada producción, iniciaría una nueva etapa en la historia de la música criolla. Pasando del vals de versos superficiales y de fáciles melodías, para adquirir con él definida personalidad, con una melodía diestramente articulada acompañada de armonías que la modernidad de su tiempo le fueron trayendo y sobretodo de profundos versos que refleja la realidad social, connotando así una personalidad que no fue ajeno a la realidad de su época. Y los cancioneros se encargaron de difundir y calar en la memoria de quienes eran actores de este entramado social.

Pinglo habría compuesto en toda su existencia más de 300 composiciones  evidenciando su sello lírico pues desde joven era lector asiduo de poetas como Rubén Darío (célebre por sus Prosas profanas y Cantos de vida y esperanza), Federico Barreto quien publicaba poemas en la revista Actualidades y que además dos de ellas sirvieron de letra para los valses Jaspe y Último ruego; también está Leonidas Yerovi quien publicaba sus poemas principalmente en la revista Variedades, Gustavo Adolfo Bécquer, poeta español modernista y Amado Nervo.

Musicalmente se conoce que Pinglo era  zurdo al tocar la guitarra sin invertir las cuerdas de este instrumento, consiguiendo sonidos peculiares. Asimiló también los nuevos ritmos, de este modo fusionó vals limeño con armonías provenientes del tango argentino e incursionó en la composición de otros géneros musicales  como el fox-trot en El sueño que yo viví, Llegó el invierno, Los sueños…sueños son y Dolores así como también temas en One step con Alejandro Villanueva, Juan Rostaing  y  Cuando tus ojos me miran.
Muchas de estas canciones tenían un contenido autobiográfico con un  toque melancólico y muchas de ellas sugeridas por el ambiente bohemio, las angustias provenientes de sus males físicos  y también por las protestas ante las injusticias sociales. Las calles de Barrios Altos con sus personajes sirvieron de inspiraron a  temas como Rosa Luz, Linda morenita o De vuelta al barrio. Pinglo cantó al amor con su depurado lirismo en el vals Amelia  y por esto fue comparado con los principales poetas románticos. Sin embargo sería con El Plebeyo que plantea un drama social y se tornó  popular en 1930.

Los cancioneros no era más que una especie de folleto en el que se aprecia la calidad poética pero no el carácter musical porque no le acompañaba ninguna especie de cifrado armónico ni mucho menos alguna partitura como en la actualidad pero que sin embargo  la gente aprendió a memorizar y cantarlas de oído. Por ello el valor documental de los cancioneros es parcial.


Pinglo en la música contemporánea

La música criolla al llegar a su madurez se convirtió en un paradigma, conservadora en su estructura produjo inconscientemente una fractura generacional y con ello una limitación, se llegó a decir que estaba “desgastada”. Durante décadas han transcurrido diversos intérpretes y compositores talentosos con producciones que llegaban al público de siempre pero con poca suerte para atraer a un público joven, revirtiéndose  de un género popular a uno segmentado. Ya no reflejaba los nuevos hábitos y costumbres,  ni el nuevo modo de sentir y ver el mundo.

En la actualidad se intenta mantenerla a través  de programas de televisión evocando canciones de profundo sentir criollo, muy apegados a la tradición logrando cierta presencia en el medio. Esa fuerza criolla se siente también en las peñas, que abren sus puertas  todos los fines de semana;  concentrándose   en Breña, Callao, Cercado de Lima, La Victoria y Lince.

Durante estos últimos años se han realizado esfuerzos por difundir la música criolla en un público más amplio a través de nuevos arreglos y adaptaciones. Uno de ellos es Pepe Torres quien con sus dotes musicales hizo un arreglo de “El plebeyo” con un atinado sólo para guitarra. Así mismo, Gianmarco Zignago  en su disco titulado: Señora, cuénteme (1994), realizó un homenaje a la música criolla y en ella  incluye un tema de nuestro bardo criollo. Pero recientemente quien ha tenido un fuerte impacto es el músico y productor Jaime Cuadra, de quien los críticos han valorado positivamente su trabajo, infundiendo “nuevas vestiduras” a temas clásicos del repertorio criollo y es que en poco tiempo su disco más difundido: “Cholo Soy” ha tocado en muchos países. El disco es una producción chillout donde incorpora la electrónica a diversos ritmos con  melodías criollas ya sean valses, marineras e inclusive, el Himno Nacional del Perú, obteniendo un sonido diferente, contemporáneo, usándola tan libremente con un agudísimo sentido musical y muchas veces ácido.
Uno de los temas elegidos en el volumen 1 de “Cholo Soy”  fue El plebeyo, donde suprime la letra explotando así los arreglos instrumentales. Al preguntarle a Cuadra sobre este detalle nos comenta que  “quiso sacarle toda la destreza del instrumentista en el solo de acordeón que hace la línea melódica en una base de cuatro tiempos”. Su discurso musical comienza con una percusión que imita el latido del corazón, sístole y  diástole contundente, para luego hacer variaciones cíclicas en todo el tema. “Era muy importante para mí -agrega Jaime Cuadra- porque tiene mucha simbología: El corazón, el sentimiento por la música y qué mejor un corazón que lleve a todo el tema. Es muy importante el corazón pues conecta con uno mismo y te jala” para luego entrar con un charango “desafinado adrede, un charango  que le pone la nostalgia andina” y sonidos electrónicos que da la entrada al acordeón dibujando la línea melódica”. A mitad del tema  se desarrolla el “Condor Pasa” proponiendo sutilmente lo andino, para luego  volver al “Plebeyo” y  finaliza con ese latir. Es así como un músico contemporáneo interpreta lo tradicional, de modo personal, que es válido y abre nuevas puertas a nuestra música.


Fuente:
  • Felipe Pinglo… a un siglo de distancia. Manuel Zanutelli Rosas. Editorial la gaceta S. A. Lima 1999
  • Felipe de los pobres: vida y obra en tiempos de luchas y cambios sociales, Ernesto Toledo Brückmann - Editorial San Marcos, Lima 2007.



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[1] Sus composiciones las publicaría en ambos cancioneros. En El cancionero de Lima dio a conocer: “
El Huerto de mi amada” (No 976), “Horas que pasa” (No 977), “Melodías del corazón” (No 979), “Canciones del porvenir” (No 1046), “A la memoria de Carlos Saco” (No 1053), “El Plebeyo” (No 1081), “El espejo de mi vida” (No 1082), Acompañada con una nota que dice: “Valses de toda moda” y en La lira Limeña se publicaron , “Juan Rostaing” (No 76)


Bouquet” (No 96), “A la memoria de Artemio Prada” (No 118), “Rosa Luz” y “Pasión y odio” (No 123) Con notas que dice “gran vals en toda moda, cantado en cines y teatros”.




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